martes, 8 de julio de 2008

Blanes y la pintura del retrato

La retratística de Blanes constituye una línea específica de su trabajo como pintor, que resumiendo pautas sustanciales de su aprendizaje en Europa, resulta también un importante aporte al registro y a la consolidación de una imagen de los sectores pujantes en la sociedad finisecular uruguaya.
El retrato fue, aparte de algunos dibujos decorativos, alegorías y emblemas pintados en el campo sitiador de Oribe, su primer esfuerzo sistemático de aproximación a la pintura en los finales de la década del cuarenta y principios de la siguiente.
La demanda de retratos había tenido poco desarrollo durante el coloniaje de nuestro país, dada la escasez de pintores con este oficio, pero se había vigorizado como costumbre y necesidad social entre 1830 y 1850, con el concurso de pintores extranjeros como Goulú, Amadeo Gras y Cayetano Gallino.
Este último, especialmente, gozaba de gran prestigio entre una clientela de selecta ascendencia patricia a la que Blanes no logró ascender en sus primeros titubeos como retratista. Por ser este género pictórico el que se manifestó con mayor continuidad a lo largo de su obra, es posible detectar en él con claridad, dos períodos definidos con anterioridad y posterioridad a sus estudios en Europa.
Sus primeros modelos eran en general amistades personales, familiares, algunas jerarquías militares, así como hombres públicos, comerciantes e industriales del patriciado. Son de esa época, los retratos de José María Delgado, de su amigo Ramón de Santiago, del Dr. Ramón de Olascoaga, de Rafael de María y Camusso, entre otros tantos. En todos ellos, se trasunta un esfuerzo en el dibujo y la composición donde la excesiva rigidez en ciertos casos, o la inseguridad en los pasajes tonales del claroscuro, no resultan de una voluntad expresiva, sino de notorias insuficiencias en el dominio de un oficio en el cual Blanes se manejaba con verdadera tenacidad autodidacta.
En este primer período como retratista, predominan criterios plásticos que son los habitualmente admitidos dentro de ciertas constantes dentro del retrato decimonónico: el rostro iluminado sobre fondo apagado por ejemplo, y el cuerpo - generalmente sentado - rodeado a veces de objetos alusivos a la personalidad del retratado. Con leves variantes, la frontalidad convencional de la figura se repite en casi todas las producciones de la época, no solamente en el caso de Blanes.
La singularidad de cada rostro, así como la detallada descripción de los atuendos - que denotan la calidad social del modelo - constituyen prácticamente las únicas variantes que definen lo específico de cada retrato.
En el segundo período, que se inicia con su regreso de Europa en 1864, Blanes ha de incluir otro tipo de recursos expresivos en su pintura retratística, valorando con profundidad las posibilidades de la luz, el color de la piel, las tersuras del claroscuro y la exaltación de ciertos énfasis en el tratamiento mórbido de los detalles. Pero aun considerando secundariamente estos aspectos, lo que cabe señalar y subrayar, es la manera cómo Blanes (con más vigor en ciertos casos que en otros) rompe con el esquema de la frontalidad en el punto de vista con que encara al modelo (antes generalmente alejado de él y con una línea de horizonte convencional levemente más alta que su rostro), reestructurando la composición y distribuyendo las distintas zonas del cuerpo al servicio de una clara intención expresiva.
Esta constatación vale no solamente por lo que supone de superación y soltura dibujística del pintor, sino también porque acusa una circunstancia de naturaleza social: se percibe una espontánea tendencia a la distensión de la imagen, se busca una carga de naturalidad y vitalidad mundana antes que de rigidez e imposición aristocráticas.
Es el caso del retrato de Pedro Márquez, de Demetrio Regunaga, de Carlos Reyles y en un sentido más original, de Besnes e Irigoyen entre tantos otros.

Información extraída de: "Historia de la Pintura Uruguaya. Tomo 1. El Imaginario Nacional - Regional (1830 - 1930). Editorial: Banda Oriental. Autor: Peluffo Linari, Gabriel.

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