martes, 8 de julio de 2008

Blanes y la pintura "gauchesca"

Algo similar ocurre con la mayoría de sus cuadros con motivos de la vida del gaucho en nuestra campaña. Por un lado, desde el punto de vista estrictamente pictórico, quizá sea en estas pequeñas obras donde Blanes descubre una flexibilidad mayor para sus preceptos académicos (la propia oroginalidad del tema se lo permite): cierta visión lírica del campo y su paisaje se asocia a veces a un tratamiento plástico más vibrante y sintético, abocetado, acercándose a sus contemporáneos de la "Macchia" italiana.
Pero por otro lado, en la mayor parte de los casos en que el gaucho asume caracteres arquetípicos "posa" para el pintor, mostrando su fortaleza física distendida, sugiriendo ademanes lentos, y resaltando la brillante sutileza decorativa de sus "prendas". Es en suma una evocación humana congelada en el tiempo y por eso mismo con cierto grado de "universalidad", señalada y elogiada en su momento por la crítica. El gaucho ya no es el prototipo heroico de la gesta emancipadora, pero tampoco el desplazado social de ese momento: se trata de un discurso pictórico de costumbres, donde el personaje es representado fielmente en sus aspectos físico-descriptivos, pero idealizado a través de su asepsia histórica, descaracterizado en su drama social real.
Cuando en ese mismo tiempo Eduardo Acevedo Díaz escribe sus novelas, concibe a sus caricaturas como "idiosincrasias o temperamentos primitivos (engendros o productos del medio y muestras de una sociabilidad embrionaria) cuyo exceso de energías y cuya espontánea pasión de libertad coinciden venturosamente con la tendencia inicial al cambio(...). No idealiza a tales criaturas, en quienes reconoce el atributo negativo de la taimonía y a quienes sabe susceptibles de regresiones o retornos a la barbarie".
La visión que aporta Blanes, en cambio, en algunos cuadros de gauchos solitarios, está signada por la neutralidad en sus raíces sociológicas. Mientras que el gaucho como primitivo tipo social desaparecería dramáticamente, carente de destino histórico, Blanes hizo de él una criatura exótica y pintoresca, creó su imagen "civilizada", es decir, la que el doctorado urbano necesitaba para sosegar su sentimiento de culpa, o para conciliarse con el tipo humano que fuera para el intelectual principista, una auténtica vergüenza nacional.
Gran parte de esta pintura, incluso, fue realizada en Florencia y con modelos italianos. Esta circunstancia de pintar nuestro medio desde Europa, circunstancia que en el caso de Figari, por ejemplo, constituyó una de las claves para la atmósfera mágica que inunda su "pintura de recuerdos", en el caso de Blanes, al hacerlo desde sus parámetros académicos, reforzó las posibles carencias y exaltó por otro lado los aspectos epidérmicos de su pintura costumbrista.

Información extraída de: "Historia de la Pintura Uruguaya. Tomo 1. El imaginario Nacional - Regional (1830 - 1930). Editorial: Banda Oriental. Autor: Peluffo Linari, Gabriel.

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